viernes, 19 de enero de 2007

08 SADE Y FOUCAULT

Resumen libre del artículo Foucault contra Sade o

Foucault con Sade de Alberto Pinzón.


“Crear belleza a partir de la soledad para siempre,
no por amor ni desde la libertad.
Debes vivir y morir en un calabozo”.

Paradójicamente, la obra de Donatien Alphonse de Sade está ligada a muchas disciplinas de nuestra modernidad: el psicoanálisis, la crítica literaria y la filosofía. Y la obra de Foucault no está ajena a reflexionar sobre el "Divino Marqués".
La obra de Sade es una de las más escandalosas jamás escritas y Sade es uno de los pocos escritores que no han perdido la capacidad de escandalizarnos, es casi inevitable el pánico que produce, ello la convierte en una zona prohibida y a su autor en un condenado eterno. Por su violencia, ateismo y lenguaje crudo, Sade trastorna y atropella. La lectura de sus textos choca e irrita, el avance es lento, vacilante y arduo, a pesar de un a fascinación cierta. Ningún escritor se ha aventurado como él por los caminos del exceso. Exceso que exige el secreto y la soledad de una celda.
Sade y Foucault son paradigmas de la lucha desgarradora contra las formas más totalitarias del poder, las tiranías sobre el pensamiento y los cuerpos, condenados a hablar desde la prisión: desde la prisión del discurso, hasta la más brutal y despiadada prisión real.
La obra sadiana es difícil, tanto por como está escrita como por su multiplicidad y polivalencia, algunos afirman que no hay un Sade sino varios. Yo afirmaría que sólo existe el Sade dramaturgo, el director de escena que, en un ejercicio único, propio de la razón libertina, pone en escena a sus personajes para que ellos, desde sus propias concepciones, planteen sus ideas sobre los principales problemas políticos y filosóficos que se debatían en su tiempo. Sade coloca en boca de cada uno de sus personajes, desde los libertinos hasta los virtuosos, toda una reflexión filosófica que da cuenta de sus visiones particulares, colocando al lector en una difícil situación, en una actividad de elegir, convirtiendo la lectura en un acto ético.
Así, no hay un universo sadiano, sino un universo que responde a cada visión de cada uno de sus personajes y su manera de entender los problemas que planteaba el siglo de las Luces. Por otra parte, el marqués conoce profundamente los problemas sociales, políticos y filosóficos de su época, y a pesar de su encarcelamiento por más de 27 años, elabora una obra extraordinaria que da cuenta de las más bajas pasiones que oculta el ser humano.
Un problema fundamental es que Sade no se estudia por sí mismo, sino que quien lo necesita lo manosea para confirmar o rechazar sus ideas y elaborar o argumentar desde las ideas que sostienen dichos sistemas. Foucault representa inicialmente a Sade, junto con Goya, como encarnación del retorno de la locura, como desmesura del deseo. En el Prefacio de la Transgresión replantea la obra de Sade, pero esta vez en relación a la muerte de dios (del dios judeo cristiano). Finalmente, Foucault arremete contra Sade por ser un representante tardío de un dispositivo de la sangre y de la raza (la nobleza), contrario al dispositivo moderno de la norma y del poder sobre la vida. Por otra parte, lo ataca por encarnar más que la liberación del placer un control militar de los cuerpos que es inherente a la normalización de la humanidad.
Del Sade feroz y visionario, pasando por el Sade perverso, aterciopelado y encantado de Cuvier, al Sade arcaico y reaccionario, Sade puede ser eso y mucho más, según el punto de vista del crítico respecto, no a la obra de Sade, sino a su juzgamiento desde fuera por un sistema que pretenda legitimarlo o rechazarlo.
En La Historia de la Locura en la época clásica (1961), Foucault afirma que el internamiento es una creación institucional del siglo XVII. Lo que hace el internamiento en el campo de la represión del pensamiento y el control de la expresión es hacer volver a la verdad por vías de la coacción moral. Los asilos de internados, las prisiones y las correccionales representan de aquí en adelante la conciencia frente a la locura. A partir del siglo XVII la sinrazón toma el aspecto de un hecho humano, toma el aspecto de un personaje o personajes: el depravado, el disipador, el homosexual, el mago, el suicida, el libertino. La sinrazón se empieza a ver como un apartamiento de la norma social, en un individuo concreto. Sade abre las puertas para que la sinrazón se manifieste. Los escritores que lo intentaron después de él naufragaron –Nietszche, Artaud, Hölderlin, Nerval y otros- demostraron que la locura es la ausencia de obra, pero ello es lo que los hace escritores modernos. Ese desgarramiento, ese silencio al cual es conducido el escritor, ese abismo al cual se ve abocado, ese imposible con el cual lucha el escritor moderno para darlo a conocer, la tarea de dar razón de esta sinrazón y a esta sinrazón hacen de Sade uno de los padres de la literatura moderna.
En el momento de Sade ocurre la lucha de la sinrazón por expresarse en términos de la razón o, visto de otra forma, la lucha del pensamiento por doblegarse a la lógica irracional del corazón. De entender el libertinaje como un estado de servidumbre en el que la razón se hace esclava de los deseos se pasa a la lucha del deseo por explicar o justificar su razón desde sus propios términos.

Sade ilustra el encierro (27 años en prisión) y el enfrentamiento entre hacer callar las voces de la sinrazón que luchan por hacerse escuchar y aquellos que pretenden tomarla como enfermedad. Es por ello por lo cual Sade no es admitido más en Charenton, ¨ese hombre no está alienado. Su único delirio es el del vicio¨, escribe a Fouché, el 1 de agosto de 1808, el director de la casa de Charenton, Roger-Collard.
La obra no digerible del Marqués de Sade establece el puente entre la razón y la locura: por una parte, comunicando el lado del orden con el desorden le dirige al lector normal, al espectador una palabra que la locura no puede formular, y por otra, organiza el desorden, ordena al loco para que pronuncie su palabra, lo promociona a una conciencia de sí mismo; en el hospital Charenton al loco se le devuelve la palabra.
En el artículo Prefacio a la Transgresión (1963), Foucault describe la obra de Sade como una profanación en un mundo que no reconoce sentido positivo a lo sagrado, en ello consiste la transgresión sadiana. Aquello que puede decir el lenguaje a partir de la sexualidad no es el secreto natural del hombre sino que no tiene dios (en el sentido judeo cristiano). La palabra cedida a la sexualidad es la misma que nos anuncia la muerte del dios (judeo cristiano). En el discurso sadiano, el lenguaje de la sexualidad es un lenguaje donde dios está ausente, donde todos los gestos se dirigen a esa ausencia en una profanación que de una vez la designa, la conjura, se agota en ella y es reconducida por ella a su pureza vacía de la transgresión. La transgresión ocurre, entonces, como un violentar una norma que puede ser absoluta o imaginaria. Si se piensa en la moral judeo cristiana u otra moral específica, es la transgresión a las normas establecidas por ésta; en el momento en que prescindimos de esa norma, de esa moral, desaparece la transgresión como tal.
En el texto de Lenguaje y Literatura (1964), Foucault ubica a Sade como la figura de la transgresión. Es evidente que Sade es el primero en articular, a finales del siglo XVIII, un discurso de la transgresión. Se puede decir que su obra es el punto que abre este camino a la palabra, convirtiéndose en un umbral histórico de la literatura. La obra de Sade pretendió, de alguna manera, ser la borradura de toda filosofía, de toda literatura, de todo el lenguaje anterior con un habla que profanaría la página que se ha vuelto a tornar blanca, abriendo un espacio vacío a la literatura moderna.
Hasta aquí el artículo.


Tenemos un teatro donde cada personaje puede expresarse libremente, y una obra que no está orientada específicamente al pensamiento o sentimientos de uno de ellos, ni de un escritor particular, lo que nos da la oportunidad (entre muchas otras) de ofrecer al lector o espectador la verdad subjetiva de cada personaje y las razones o sinrazones de cada escritor.

Por otra parte, uno de los retos que enfrentamos es el adentrarnos en nosotros mismos, en nuestras psicologías y atrevernos a pensar cualquier cosa, sin autolimitarnos o autocensurarnos. El ejercicio no buscaría tanto sorprender o mostrar al lector la grandeza o sapiencia de los escritores, sino proporcionar a estos un espacio donde pueden explorar partes de su propio pensamiento a donde no se atreven a ir en el mundo “real” y de verter los hallazgos de esta “minería de las almas” y lanzarlos a jugar con los hallazgos de los demás. Este verter no necesariamente está dirigido a expresarse en cuanto a escribir o describir lo que se cree, la propia verdad o lo que se piensa que es o debería ser el mundo, ni siquiera lo que se desea, y tampoco, al menos en esta etapa, a arengar o empujar al lector hacia un modelo de sociedad, pensamiento o filosofía particulares y mucho menos congraciarnos, felicitarnos o fortalecer la amistad entre los escritores. Este verter es más un colocarse en el papel de vehículo o medio para que fluya lo que vamos encontrando adentro de nosotros y ser testigos de cómo se desenvuelve “afuera” al verse confrontado con las diferentes combinatorias de lo que fluye desde la profundidad liberada (la sinrazón o el corazón) de los otros escritores.

Muchas Gracias.

(El artículo de Alberto Pinzón se ha transcrito casi literalmente)

http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=700



9 comentarios:

Marga dijo...

Interesante artículo... ummmm, lo releo porque tiene mucha "chicha"...

La sinrazón es complicada, al menos a mí me lo resulta, pero mucho más desligar al personaje del escritor... tiendo a confundirlos y en cuanto me descuido... zas! ahí está marga y no ya la cocinerita. Paciencia y ejercicio tendré que aplicar... aunque reconozco que todo va saliendo y ando liberándome.

Ya os dije que todo esto me parace muy divertido y enriquecedor? jeje

Lila Magritte dijo...

Desde el cielo que habito os doy las gracias por este trabajo.

Fortunata dijo...

El articulo como dice Marga para oirlo( me encanta la posibilidad de oir al mismo tiempo que leo es una forma de que las palabras penetren desde angulos distintos con matices diferentes) y leerlo mas de una vez.

La propuesta final sobre el taller y ese adentrarse en uno mismo sin estereotipos ni esquemas y atrevernos a mirar y a escribir lo que alli encontramos me parece valiente y arriesgado y que merece la pena.

Anónimo dijo...

(Rascandose la cabeza y con una sonrisa donde se mezcla la ironía y la benevolencia)

Ah, este muchacho regordete y disoluto, que ha hecho correr más tinta que la sangre, la mierda y el semen derramado en su delirante apología del Mal. "Los que alaban a Sade edulcoran su pensamiento", ha dicho muy precisamente un filósofo del lado oscuro, aunque su labor era la de dirigir una Biblioteca, tan ilustrada como esas luces que Sade tan bien apodado "Divino Marqués" quería oscurecer. ¡Trastrocar no sólo las leyes del hombre sino las de la naturaleza, según Julliete, si mi estragada memoria no se equivoca, torcer el curso de los astros! ¿No biene precisamente de ahí el escándalo que aún provoca su obra, tan poco erótica, al fin, tan poco sensual, y, por decirlo desde ya, tan proclive a su entropía? Gordiflón y cachondo como él mismo, claro, libertino sería el término más, digamos académico, porque a fin de cuentas al Marqués le gustaban tanto las mujeres como la academia. Habría aceptado feliz el cargo de Presidente de la "Academia de la Sociedad de los amigos del Crimen". Libertario y libertino, leí por ahí que se decía de él. Amante de los imposibles diría yo, como todo aquel que ha sufrido injustamente la privación de su libertad, por asuntos tan peludos como el erotismo como transgresión y una suegra feroz, ya sea en cárceles o manicomios. A fuerza de transgredir la ley, como señala Philipe Solers, debe sustituirla sin cesar. Lo imagino en la Bastilla, ardiende de deseos que sólo pudo llevar a ese límite que lo franqueó todo, y sobre todo al Otro, en la literatura, fijesé, para poder construir su sistema Soberano, que usurpaba riendo y frotándose el semillero, tanto al Clero y a la Monarquía, pero que también tendría que usurpar al vulgo. Y a cualquier Otro. Gordiflón y temerario, persistente como sus personajes en despojar de toda humanidad al otro, para reinventarse una propia, según los designios de la Naturaleza y kantianamente, cómo se reiría el muy bribón. Lo único es que su paradoja, su ironía del desgarrón, lo llevó a ese atolladero donde él mismo quedó prisionero de su libertad soberana: "Los 120 días de Sodoma", donde todo es norma, regulación, disciplina entre conventual y militar. Qué bien lo vio Pasolini ubicando su imaginación en la dictadura fascista de Mussolini. La prisión no sólo niega la razón, sino que pone en apuros a la sinrazón. La pone a razonar, es decir, a construir sistemas. Y el de Sade es un enorme, descabellado, lúbrico, monstruoso y severo sistema. Pero el gordo se salió con la suya: mejor que yo lo puede decir Bataille, el bibliotecario ese, que en materia de novelas eróticas superó demasiado al Marqués, tanto, que no ha escandalizado a nadie, o a unos pocos franchutes, pero, ¡Guay! del que se adentre en sus páginas oscuras, y se enfrente a su Madre o a Madame Edwarda: "Sade, dice Bataille, propone la unicidad de sus héroes. La negación de los otros protagonistas es, según él, la pieza fundamental del sistema. A sus ojos, el erotismo, si lleva al acuerdo, desmiente el movimiento de violencia y de muerte que en principio es. En lo profundo, la unión sexual está implicada en un punto medio entre la vida y la muerte: sólo con la condición de romper una comunión que le limita, el erotismo revela por fin la violencia que en verdad es, y cuya realización es lo único que responde a la imagen soberana del hombre. Sólo la voracidad de un perro feroz llevaría a cabo la furia de aquel al que nada limitase". ¿Para ponerse a tiritar, ¿no? Ese muchacho que le gustaba irse por las barricadas sesenteras vestido de terciopelo y más calvo que el Nosferato que no pedemos atrapar, como se llama, Foucault, ese mismo, decía que la novela gótica, y pensaba a Justine como una de ellas, y toda novela de terror debía leerse como una novela política. Ahora, si me apuran un poco, -yo soy el historiador del Reyno, y ya no tenemos crítico literario decontructivista ya que se fue para el reino de al lado,- yo diría que esta obra en la que dicen que vivimos y hablamos y actuamos, corresponde más bien a una (pone cara de erudito y crítico postestructuralista dando cátedra en el College de Frence)carnavalización rabelesiana, como la entiende Bajtín. Es decir una explosión carnavalesca donde todo anta patas para arriba y la yuxtaposición y heterogeneidad de voces produce ese efecto glosolálico que el ruso disidente de los formalistas ve en Dostoievski y sus novelas dialogantes. Pero qué diablos es eso, no me lo pregunten a mí, que debo historiar, y mi preocupación por la lubricidad que afecta a este reino y no encauza en un Destino feliz para nuestra Monarquía, es decir boda y heredero, lo adjudico más a Dioniso, y su democrática y engañosa vid, que llega como una epidemia propia de este Dios y lleva a la locura de las mujeres y al derramamiento de sangre. Estas orgías fuera de la letra escrita, me hacen temblar más. (Se frota las sienes y comienza a cabecear)

Anónimo dijo...

(Aparece de entre dos culos gordiflones y manchados con caca)

La verdad es que yo escribí todo eso para decir que encontrana que era más rico por el culo. Y trementa alaraca que armaron. Respeten mi testamento, carajo: à fin que... les traces de ma tombe disparaissent de dessus la surface de la terre comme je me faltte que ma mémorie s'effacera de l'esprit des hommes... y váyanse a joder mejor a ese degenerado de Sacher Machoc, que hasta a mí me hachacan las depravaciones de sus retorcidos sesos.

Anónimo dijo...

(El necesario corrector de pruebas, intimidado por la presencia del marqués de Sade)

Por ahora me limito, sabio Marqués a dos detallitos ¿no querría vuesa merced decir" encontraba" y sobre su rival, "Masoch"?

Anónimo dijo...

(Un loco demente que trata de hablar)

Arf Arf Arf...

(Un loco paciente que quiere estudiar)

Entonces el truco
es hablar con el culo?

(Un loco impaciente que quiere escapar)

Alcancemos algunos acuerdos
y finjámonos cuerdos.

(El loco anarquista)

Encerrar al que ordene,
liberar el desorden.

(El loco de visita)

Yo hago locuras
cuando los cuerdos
apartan la vista.

(El loco convencido)

Yo soy consecuente
y me quedo
a vivir prisionero
en este castillo.

Thérèse Bovary dijo...

¡Qué locos lindos hay en este hermoso castillo que se habrá de recordar por siglos!

Anónimo dijo...

loco observador:

locos cada uno por su lado
¿cómo será un coro de locos?

loco místico:

como un coro de ángeles.
los únicos ángeles son locos.

loco coprolálico:

hablar por el culo no es un truco:
Quevedo lo hacía, el Hombre Invisible también.
(Pero no el de Wells)

loco contestatario:

en este reino me quedo
pero exijo un psiquiatra por lo menos que atienda por fonasa

artaud (sobre van gogh):

los paisajes cardados por el punzón de van gogh,
exponen a la vista su carne hostil,
el rencor de sus entrañas reventadas,
que, por lo demás, no se sabe qué insólita fuerza
está metamorfoseando.

un loco que dice saber de locos:

si un loco hace locuras
cuando lo cuerdos no lo miran
más bien intenta corduras
cuando todo el mundo mira

un loco monologante:

me peco me acuso me pincho
el dedo que la rosa abrió el negro
peristilo del trasatlántico que arrojó las perlas negras en la costa de reino de Nunca Jamás y
el cuervo never more never more.

un loco que algo sabe de culos:

"La cara se alejó del culo"